En muchas ocasiones ignoramos a Dios pues pareciera que está demasiado lejos, que no es posible que nos escuche, que nuestros asuntos no son importantes. Y así vamos creando una distancia tan grande como una muralla ante la cual no podemos penetrar y nuestra fe se debilita y las esperanzas se mueren.
Entonces, para empeorar las cosas comenzamos a ver el mundo como la realidad total y nuestros valores se caen al piso se convierten en cualquier cosa, que podemos hacer todo porque llegamos a creer que esto es ser libre, y hasta que llegue el momento que caemos en nuestra propia trampa. Y vienen las dificultades y el mundo no da soluciones y todo se convierte en pesadilla.
Y es allí, donde buscamos atravesar una muralla que nosotros mismos hemos creado. Además decimos: “¿Por que Dios no me escucha?¿Por que no viene en mi auxilio?”. Pero agravando aun las cosas, lo recriminamos, lo ofendemos porque no resuelve nuestros asuntos. ¿Acaso Dios nos metió en los problemas? Y así seguimos hasta que todo camino tiene su final. Y allí tenemos una pequeña oportunidad, la oportunidad de arrodillarnos, desde el corazón clamar a Dios por su presencia.
¡Dios mío! Perdona mi ausencia, perdona mi vida mundana, mi confusión y mi egoísmo. He buscado en otros caminos, he apartado mi mirada de tu mirada. Y necesito de ti aun más que una madre cuando un niño nace, ya no puedo dar un paso si tú no me llevas de la mano. Ahora yo estoy perdido, estoy lleno de dificultades, y de enemigos, y vivo en el valle de las sombras, no hay quien me rescate ni que me asista. Pero yo necesito de ti, se tu mi luz, mi escudo, mi espada, defiéndeme aun de mi mismo.
Me arrepiento de mis errores y también de haberme alejado de mi hogar verdadero porque tú eres esa casa, esa fortaleza, ese castillo, ese imperio, esa sabiduría y ese hogar. Y como hoy, perdido me humillo, dame un instante, porque solo un instante basta para cambiar mi corazón. Y a partir de ese instante, tendré la fortaleza para superar lo insoportable porque se que tu estarás delante de mi. ¿Quien contra mi?
Señor, sé tu mi refugio, sé mi mirada, sé mi aliento, sé mi corazón, mi voluntad. Yo no quiero vivir sin ti, yo te necesito y me entrego a ti. Me abandono a tus designios, yo soy un pequeño pez insignificante y tú, el mar infinito. Llévame donde tu quieras llevarme, condúceme a donde quieres guiarme, sé tu mi única verdad, mi destino.
Dios, yo he vivido equivocado, yo he vivido la fantasía y la he confundido como si fuese una vida real. Porque como aguas entre mis manos, todo se ha escurrido y en la soledad de mi alma, he sentido el miedo mas terrible, y mas profundo, el miedo de encontrarme que tu no estabas a mi lado. Más hoy te busco, y mi cabeza inclino, acéptame arrepentido, y déjame vivir a tus pies, porque yo se, que vale mas vivir así que tener el mundo, porque nada hay en el verdadero.
Dios mío, no alejes de mi tu mirada y tu compasión, cura mi corazón, recoge mi alma, que aunque no vale nada, quiere hacer una promesa, que solo tu y en ti encontrara el significado de la verdad. Que no viva yo en mi, sino solo tu, levántame de los infiernos, sácame de las inmundicias, lávame con tu presencia, y permíteme amarte con todas las fuerzas de mi corazón. Se para siempre mi consuelo, la luz en el camino, el agua viva, que sacie mi sed y quite mis angustias. Dios mío, el mundo me condena, me atrapa, me incrimina, pero yo ya no quiero más el engaño, la mentira, la ignorancia, la confusión.
Escucha el clamor de un alma humillada, que junta sus manos y ruega por tu perdón. Se tu Señor, el latido de este ya tuyo corazón.
Entonces, para empeorar las cosas comenzamos a ver el mundo como la realidad total y nuestros valores se caen al piso se convierten en cualquier cosa, que podemos hacer todo porque llegamos a creer que esto es ser libre, y hasta que llegue el momento que caemos en nuestra propia trampa. Y vienen las dificultades y el mundo no da soluciones y todo se convierte en pesadilla.
Y es allí, donde buscamos atravesar una muralla que nosotros mismos hemos creado. Además decimos: “¿Por que Dios no me escucha?¿Por que no viene en mi auxilio?”. Pero agravando aun las cosas, lo recriminamos, lo ofendemos porque no resuelve nuestros asuntos. ¿Acaso Dios nos metió en los problemas? Y así seguimos hasta que todo camino tiene su final. Y allí tenemos una pequeña oportunidad, la oportunidad de arrodillarnos, desde el corazón clamar a Dios por su presencia.
¡Dios mío! Perdona mi ausencia, perdona mi vida mundana, mi confusión y mi egoísmo. He buscado en otros caminos, he apartado mi mirada de tu mirada. Y necesito de ti aun más que una madre cuando un niño nace, ya no puedo dar un paso si tú no me llevas de la mano. Ahora yo estoy perdido, estoy lleno de dificultades, y de enemigos, y vivo en el valle de las sombras, no hay quien me rescate ni que me asista. Pero yo necesito de ti, se tu mi luz, mi escudo, mi espada, defiéndeme aun de mi mismo.
Me arrepiento de mis errores y también de haberme alejado de mi hogar verdadero porque tú eres esa casa, esa fortaleza, ese castillo, ese imperio, esa sabiduría y ese hogar. Y como hoy, perdido me humillo, dame un instante, porque solo un instante basta para cambiar mi corazón. Y a partir de ese instante, tendré la fortaleza para superar lo insoportable porque se que tu estarás delante de mi. ¿Quien contra mi?
Señor, sé tu mi refugio, sé mi mirada, sé mi aliento, sé mi corazón, mi voluntad. Yo no quiero vivir sin ti, yo te necesito y me entrego a ti. Me abandono a tus designios, yo soy un pequeño pez insignificante y tú, el mar infinito. Llévame donde tu quieras llevarme, condúceme a donde quieres guiarme, sé tu mi única verdad, mi destino.
Dios, yo he vivido equivocado, yo he vivido la fantasía y la he confundido como si fuese una vida real. Porque como aguas entre mis manos, todo se ha escurrido y en la soledad de mi alma, he sentido el miedo mas terrible, y mas profundo, el miedo de encontrarme que tu no estabas a mi lado. Más hoy te busco, y mi cabeza inclino, acéptame arrepentido, y déjame vivir a tus pies, porque yo se, que vale mas vivir así que tener el mundo, porque nada hay en el verdadero.
Dios mío, no alejes de mi tu mirada y tu compasión, cura mi corazón, recoge mi alma, que aunque no vale nada, quiere hacer una promesa, que solo tu y en ti encontrara el significado de la verdad. Que no viva yo en mi, sino solo tu, levántame de los infiernos, sácame de las inmundicias, lávame con tu presencia, y permíteme amarte con todas las fuerzas de mi corazón. Se para siempre mi consuelo, la luz en el camino, el agua viva, que sacie mi sed y quite mis angustias. Dios mío, el mundo me condena, me atrapa, me incrimina, pero yo ya no quiero más el engaño, la mentira, la ignorancia, la confusión.
Escucha el clamor de un alma humillada, que junta sus manos y ruega por tu perdón. Se tu Señor, el latido de este ya tuyo corazón.
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Pintura y Escrito:
Oscar Basurto Carbonell
Reflexiones sobre el Perdón
Armonía y Paz
Espejos de el alma